La
obra está dividida en dos mitades, una primera compuesta por cuatro actos y una
segunda por tres actos.
No respeta la unidad de acción, y se representa en
varios lugares, estableciendo además un transcurso temporal de cinco años entre
la marcha de Don Juan y su regreso a la capital hispalense. En la obra, se
mezcla lo trágico y lo cómico, con personajes como Brígida, la protectora de
Doña Inés, en lo humorístico, y otros en
el drama, como Don Gonzalo, su padre.
El
lenguaje utilizado por Zorrilla es grandilocuente y recargado, profundamente
retórico, con versos de rima consonante de gran sonoridad, fáciles de recordar,
que ayudan a que permanezcan en la memoria del público mediante el uso de la
polimetría en los versos que componen la obra.
En
ella, el tema principal es la salvación del pecador gracias al amor de una
mujer, un tema recurrente en el siglo XIX y puramente de estética romántica. La
salvación del alma por encima de la vida. La condición de vasallaje de la vida
terrena en pos de la vida eterna. Los temas del temor a la muerte o el mundo
de ultratumba, también están presentes en gran parte de la producción de obras
literarias de la época, además de los que quizás fueron los escenarios más
recurrentes en el teatro del romanticismo, es decir; los cementerios. En cuanto
a sus personajes, en especial Doña Inés, es una fiel muestra de personaje
femenino de la época, ya que representa el ideal de mujer romántica que solía
retratarse en los textos del siglo XIX, con grande virtudes físicas y
espirituales, y una grandeza destinada a salvar al protagonista, quien
curiosamente, no es el héroe de la historia, papel que con toda justicia,
debería recaer en la novicia.