El
drama romántico estaba en su máximo apogeo cuando José Zorrilla escribió “Don
Juan Tenorio”, quizás, la obra a la que dedicó los versos más cuidados y trabajados
de su producción literaria, y por la que hoy día es más recordado, aunque sin
embargo su autor guardara palabras no demasiado halagadoras respecto a su obra.
Pero incluso así, la representación de esta obra es universalmente reconocida,
especialmente en el marco español, lo cual, hace de “Don Juan Tenorio”, como
sostienen muchos críticos literarios; “el
drama romántico por excelencia”, al aunar la cúspide del talento de su
autor, uno de los románticos más reconocibles, con uno de los personajes más
míticos e interesantes de las letras españolas.
(Acuarela de Dalí "cartel de Don Juan Tenorio")
Para
buscar influencias reconocibles en la pluma de José Zorrilla, debemos reparar
en Martínez de la Rosa o García Gutiérrez, si bien no hay un solo ejemplo de
los elementos fantásticos y sobrenaturales que caracterizan a esta obra en
ninguna otra obra teatral de la primera mitad del siglo XIX.
El crítico
Francisco Ruiz Ramón alude a la “impresionante
teatralidad de la obra”, para explicar todos estos elementos extraños y
sobrenaturales que la acompañan, expresando cierta virtud en la forma de
entender y subrayar el elemento teatral por parte del autor, que pretende
epatar al público con una representación colorida y dinámica.
Curiosamente,
no se relaciona esta tendencia con la obra que quizás expresa mejor el espíritu
mágico y moralista del que hace gala el “Don Juan Tenorio” de Zorrilla, fuera
ya de las fronteras de España: Nada menos que “A Christmas Carol” cuento escrito por Charles Dickens en 1843,
apenas un año antes del estreno de “Don Juan Tenorio”, y cuyas visiones y
advertencias de las consecuencias para con la eternidad de llevar una vida
infame en el plano material, guardan cierto paralelismo con el personaje
sevillano, eso sí, alejado por supuesto del mito latino de Don Juan y más
centrado en los actos I, II y III de la segunda mitad de la obra. La
profanación del muerto, como veremos más adelante, y la redención amorosa,
también quedan fuera de esta comparación, pero no así el arrepentimiento ante
la visión de la otra vida que pide cuentas por las injusticias cometidas.
Sobre
la influencia de las “comedias de magia”, dice además de manera bastante
esclarecedora el crítico literario Ermanno Caldera:
“No se puede negar que la atmósfera que envuelve las últimas
escenas de la obra de Zorrilla, con su incertidumbre entre lo real y lo
aparente, revela un estrecho parentesco con las antiguas comedias de magia:
sólo que ahora a la magia grosera de las tramoyas se ha sustituido el hechizo
más sutil de la poesía.”
Algo además sustentado por el propio José
Zorrilla al subtitular su obra como “drama religioso-fantástico”, lo cual
despeja toda duda, aunando así teatralidad, espiritualidad y fantasía en una
misma pieza.
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